Acto de Graduación 2º Bachillerato
La velada comenzó con las palabras de los dos profesores tutores, Dña. Mª Jesús Peña y D. Félix Marcos (cuyo texto recogemos a continuación), para proseguir con la intervención de cuatro alumnos de esta promoción (Alejandro Benjumea, Carlos Frías, Noemí Funes y Patricia Gámez) que recogieron una acertada semblanza de su paso por el Colegio. Enhorabuena a todos y hasta siempre.
A continuación una selección de las fotografías tomadas por dos alumnas del Taller de Fotografía, y las palabras pronunciadas por D. Félix Marcos.
Buenas tardes
Señor director Don Jaime Durán
Dirección técnica Doña Susana Camas y Don Javier Gámez
Compañeros y compañeras del Claustro de profesores
Miembros del personal no docente
Miembros del Consejo Escolar y del AMPA
Padres y madres del alumnado y demás familiares
Alumnos y alumnas de 2º de Bachillerato
Tengo el placer de compartir este año alocución con mi compañera en las labores de tutoría Doña María Jesús Peña. Mi primer recuerdo de ella es verla junto a sus amigas por los pasillos del instituto de enseñanza secundaria en el que estudiamos sin llegar nunca a coincidir en clase. Por lo que sé fue una alumna aplicada; yo no lo fui tanto, bastante más ocupado por todo lo que sucedía fuera de las aulas que por el aprendizaje estrictamente académico. A pesar de todo durante aquellos años adolescentes comencé a aprender algo sobre lo que hoy quiero hablaros. Comencé pero no he terminado de aprenderlo.
Hoy, por los avatares de la vida María Jesús y yo compartimos esta tutoría: ella dedicada a la clase de ciencias, al impartir Física y Química, y yo al alumnado de letras, al dar clases de Filosofía.
Ambas perspectivas, la científica y la humanista deben complementarse y servir juntas en la tarea de salvaguardar la dignidad humana. Potenciar una olvidando la otra es un error que sólo puede traernos deshumanización. Quisiera pues hablaros a todos del valor de una cultura basada en lo literario.
Nadie se atrevería a dudar de la importancia capital que en nuestra sociedad tienen las ciencias, tanto como conocimiento teórico del mundo que nos rodea y de la propia naturaleza humana, como en su aplicación tecnológica.
Vivimos una vida más larga, más cómoda y podría pensarse que más plena que cualquier generación precedente gracias a los avances de la medicina, las telecomunicaciones, la ingeniería en todas sus variables, desde la construcción de las grandes estructuras que nos albergan hasta el estudio de los diminutos genes que nos conforman.
El cococimiento y control de lo objetivo ha avanzado vertiginosamente en menos de un siglo. Tanto que difícilmente pudieron imaginar las mentes más fantasiosas el estado actual de la ciencia en nuestra civilización. En cambio el valor esencial del arte, de la filosofía, de la poesía sí es puesto en duda con frecuencia. No desde luego de una forma explícita. Desde luego que los grandes galardones literarios o las inauguraciones de los bien subvencionados museos son ocasiones ideales para que nuestros políticos se pongan medallas y se hagan fotos junto a los magnates filántropos. Sin embargo pasados unos días se descubre el pastel: la gestión cultural se delegó en miembros del partido político en el poder y si acaso un honrado conocedor del mundo del arte alza la voz se le aparta de un plumazo; será noticia de un día y al siguiente todo caerá en el más completo olvido.
Este es el riesgo de la politización y mercantilización de la cultura: que llenamos una ciudad de museos tras negarle el pan y la sal a nuestros artistas vivos, o abandonamos en un sótano el legado de los muertos. Que aspiramos a capitalidades culturales sin potenciar ni valorar el talento de los jóvenes creadores, que ponemos a una glorieta el ilustre nombre de un paisano poeta pero convertimos la universidad en una antesala del peor modelo de empresa explotadora. Y es que, no nos engañemos. Más allá de estas maniobras de la sociedad bienpensante y del poder político, el pensamiento creativo, la razón poética no sirven absolutamente para nada. Pero es precisamente esa no utilidad la que hace que sean absolutamente imprescindibles.
La riqueza cultural que nos da el arte, la filosofía, la poesía es un tesoro que tenemos todos la obligación de descubrir más pronto que tarde, y no únicamente por un sentido de la responsabilidad histórico sino porque nos va a hacer mejores, más sensibles ante todo lo humano, más tolerantes frente a los que no son como nosotros. Nos va a hacer vivir en definitiva con una intensidad que desconocíamos, que probablemente no queríamos conocer.
Afortunadamente en un colegio todavía queda la esperanza. Vuestra vida está por hacer, tenéis todas las posibilidades por descubrir.
La cultura libresca, el bagaje que atesora quien se ha empapado en el gota a gota de la lectura que nace de la inquietud intelectual y no de la obligatoriedad de pasar un examen, es un tesoro como ningún otro.
En una época como la que vivimos, en la que la falta de tiempo y el estrés que esto colleva nos atenaza a todos es frecuente que se nos prometa desde la publicidad perder diez quilos en dos semanas, aprender inglés en cuatro meses, la paz espiritual en cinco sesiones.
Pues bien, tener una mplia cultura no puede siquiera prometerse. Los modales, el saber estar, el gusto, la sencillez de la persona culta es lo primero que intentan aparentar los nuevos ricos pero el fracaso es evidente y con frecuencia el espectáculo de esa impostura resulta grotesco.
Hemos vivido, o vivimos todavía en una sociedad de la especulación en la que hemos confundido valor y precio.
Por eso en un día como hoy, en que celebramos que pasáis de etapa educativa me permito recordaos que todos necesitamos anclarnos a algo imperecedero, algo que no caduque al año y medio porque ha salido al mercado un nuevo modelo. Si buscáis ese algo en una creencia, en un sueño, en una quimera, probablemente acabéis defraudados cuando por un mal encuentro con lo inevitable quedéis a merced del miedo. En cambio si forjáis con la literatura, con la filosofía, la materia noble de la que estáis hechos sin saberlo lo haréis golpe a golpe, verso a verso, y esa materia del arma que construiréis para enfrentaros a vuestro destino estará imbuída de la fuerza frente a la adversidad de hombres y mujeres que antes que vosotros supieron plasmar en letra viva lo mejor de nuestra naturaleza interior, la valentía de afrontar con determinación aquello que constituye nuestra vida: con sus momentos de luz y sus momentos de sombra, con la risa y con el llanto, con la confianza y con el temor que estar vivos conllevan.
Si tomáis este camino, que por cierto no consiste en leer una Antología de poetas grecolatinos, ni en ver las diez películas imprescindibles de la década, ni en leer la última mala novela de un buen escritor que acaba de ganar un gran premio, sino más bien en trazaros un itinerario a vuestra medida, desde los márgenes si es preciso pero sin perder vuestra identidad y vuestro entusiasmo. Si hacéis eso os aseguro que no os arrepentiréis jamás.
En la lengua china el último ideograma que se usa para la palabra CRISIS es el primero que se usa para la palabra OPORTUNIDAD. No me hagáis mucho caso porque esta información la he sacado de un episodio de Los Simpsons. Pero me vale para lo que quiero deciros.
Puede que todo lo que estoy diciendo me lo esté contando a mí mismo. Puede ser.
Pero de lo que no me cabe ninguna duda es que la época como jóvenes en busca de un lugar que os toca vivir será peor que la que hemos vivido vuestros padres y profesores, y que, además de preparáos, ser competitivos y todo aquelllo con lo que nos martillearon a nuestra generación, hace ahora falta ser mejores personas, más reflexivos, más éticos, más dispuestos a buscar nuevos modelos y si no los encontramos, y aquí nos incluyo a todos, a protestar, a indignarnos, a clamar contra los poderes fácticos de esta sociedad en decadencia.
No es pesimismo sino convicción de que un cambio social es necesario, es inevitable.
Tened confianza en vosotros, aferráos a lo que es de verdad importante.
Ser profesor en un colegio como este es una excelente oportunidad de ser optimista.
Lleváis aquí toda vuestra vida. Os vais ahora con una parte de nosotros.
Sois trabajadores, colaboradores, educados, divertidos.
Vuestras familias se preocupan por vosotros, vivís en un entorno privilegiado.
Aprovechadlo. ¡Aprovechadlo!
No dejéis pasar ni una sola oportunidad para ser quiénes queráis ser, aunque todavía no lo sepáis bien.
Otros no tienen vuestras oportunidades.
No os olvidéis que tenéis dos manos: recibid con una y devolved con la otra. Es lo justo.
Espero que viváis una vida que merezca la pena.
Queridos alumnos, queridas alumnas. Buen suerte.
Y a todos, muchas gracias.